sábado, 13 de julio de 2013

Capítulo 9 ~ Su amigo

La puerta de la clase se cerró.

     - Vamos chicos, todos al final de la clase. Vamos a hacer un cambio de sitios.

Todos nos miramos entre nosotros. Aquello era raro. Nos habían cambiado de sitio la semana anterior, ero como siempre, no parábamos de hablar.

    - Esta vez lo haremos sacando números al azar. –Dijo la profesora.- Patricia, di un número del 1 al 30.
    -¿El 23? –dijo Patri confusa.

La profesora miró la lista de clase.

    - ¡María Rodríguez! Siéntate ahí. –dijo la profesora señalando la primera fila.

Mi mejor amiga cogió sus cosas y se sentó en el sitio indicado. Miró hacia atrás. Hacia donde estábamos los otros 29 alumnos. Impacientes por saber dónde nos sentaríamos.
La profesora fue diciendo números y colocando alumnos, uno tras otro. Al final quedábamos sólo yo y otras dos chicas más.

    - El número 26. María –dijo la profesora mirándome.

Me senté en mi sitio. Intenté ver un poco la pizarra pero no podía. Delante de mí había dos chicos más altos que yo y además yo necesitaba gafas, pero odiaba ponérmelas. Levanté la mano.

    - ¡Rosa! –grité a la profesora, para hacerme oír.
    - Dime María.
    - Pues… que no veo nada desde aquí.
    - Vale… te pongo en primera fila.


Asentí. María, mi mejor amiga, me sonrió desde su sitio. La profesora me cambió de sitio y me puso al lado de María.

    - ¡Hola! Ya estoy aquí otra vez. Algo bueno tenía que tener ser chiquitita y miope. –Dije riéndome.
    - Oye M.A. –Dijo María.
    - Dime.
    - ¿Tienes el número de Álvaro? Es que ayer me dejó su chaqueta y tengo que devolvérsela.
    - Pues no lo tengo…
    - ¿Y el del otro chico lo tienes?
    - ¿El de Blas? Sí, el suyo sí. –dije sonrojándome.
    - Pues dámelo y le pregunto el número de Álvaro.
    - Espera que se lo pregunto yo por whatsapp. –La profesora me miraba muy seria.- Pero mejor después, cuando acabe la clase.
    - Vale.

Durante los 50 minutos que duró la clase de lengua mi móvil no paró de vibrar. Alguien me estaba hablando por whatsapp cada veinte segundos. En cuanto sonó el timbre, me saqué el móvil del bolsillo, se lo di a Sandra y le dije que mirase los whatsapp que tenía, que yo iba al baño.
Sandra cogió mi móvil con muchas ganas, puso la contraseña y empezó a leer la conversación con Blas.
Cuando volví, todas se reían en torno a mi móvil. Me acerqué preguntando:

    - ¿Qué pasa? ¿De qué os reís?
    - De lo que dice Lentejas. –contestó Patri.
    - ¿Y qué dice?
    - Que un tal Blas es muy pesado y no le devuelve su móvil. –respondió Sandra.
    - Pero… si dice que Blas no le devuelve su móvil, ¿con quién estáis hablando? –dije confusa.
    - Pues con Lentejas. –dijo Patri convencida.
    - No. No estáis hablando con Blas. Porque Blas es Lentejas. Seguramente sea algún amigo suyo. Dame el móvil.

Sandra me devolvió el teléfono.

*¿Quién eres?*
*Soy un amigo de Blas*
*Ah, ya decía yo. Jeje. ¿Cómo te llamas?*
*Me llamo David*
*¡Ah! David el del hospital, ¿no?*
*El mismo*

    - Vale chicas, ya está. Es David. Un amigo de Blas.
    -  Ah… entonces nunca conoceremos a Lentejas. –Dijo Patri desilusionada.
    - Lo siento, chicas. Además no creo que nos volvamos a ver.
    - Pues es una pena… -dijo Sandra.

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