domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 2 ~ Gracias ascensor


Me sequé las lágrimas y busqué la habitación 66, donde estaba mi primo. La puerta estaba cerrada y no había nadie en el pasillo. María me dijo que llamase a la puerta, lo hice pero no respondió nadie. Esperé un momento y abrí despacio. En la habitación había un chico, pero no era mi primo, era moreno con los ojos negros como el carbón.

    - Hola, ¿sabes dónde está tu compañero de habitación? –pregunté.
    - Pues ha salido hace un momento, creo que iba a buscar a la enfermera.
    - Vale, gracias.
    - Si queréis podéis esperarle aquí, no creo que tarde mucho.
    - Vale, María pasa. –le dije a mi mejor amiga.

María entró en la habitación detrás de mí.

    - Espero que mi primo llegue pronto.
    - ¿Cómo os llamáis chicas?
    - María. –respondió mi amiga.
    - ¿Y tú? –me preguntó el chico.
    - María. –respondí.
    - ¿La dos os llamáis María?
    - Sí, así no se nos olvidan los nombres. –dije riendo.
    - ¿Y tú cómo te llamas? –preguntó María.
    - David.

Llamaron a la puerta y David respondió para que, quien fuese, entrase en la habitación.
Un chico abrió la puerta, pero no iba solo, iba con mi primo. Me levanté del sillón en el que me había sentado, abracé con fuerza a mi primo y le dije:

    - Diego, ¿dónde estabas? Me tenías preocupada.
    - He ido a buscar a la enfermera pero me he mareado y estos chicos me han acompañado a mi                                                    habitación.
    - Gracias. –les dije.
Me quedé pensando y al poco caí en que esos eran los chicos del ascensor.
    - ¿Ya no lloras? –me dijo uno de ellos.

Me reí.

    - Esa sonrisa te queda mucho mejor.

Miré hacia abajo.

    - ¿Os conocéis? –preguntó mi primo extrañado.
    - Digamos que… hemos coincidido en el ascensor, -miró el número de la habitación.- y por lo que veo     también hemos coincidido en el enfermo.
    - ¿Cómo? –pregunté.
    - Ése que está ahí tumbado –dijo señalando a David –es amigo nuestro.
    - ¿En serio? ¡Qué casualidad! –dijo riéndome.
    - Bueno María, supuestamente veníais a verme a mí, ¿no?
    - Sí, supuestamente. –dijo María.
    - Veo que estás muy bien pero, ¿dónde están los demás? Tus padres, los míos y tal…
    - Han estado aquí pero luego han dicho que iban a buscarte, ¿no te has cruzado con ellos?
    - No, hemos venido en metro. Creo que debería irme a casa, pero no quiero que pases la noche solo.
    - María estaba empanada, perdida en sus pensamientos.
    - Prima es tarde para que os vayáis en metro. Quedaos aquí.
    - Yo voy a pedir un taxi. Mi madre se preocupará si no duermo en casa. –dijo mi amiga.
    - ¿Puedo acompañarte y pagamos a medias? –preguntó indeciso uno de los chicos.
    - Claro, pero ni siquiera sé cómo te llamas. –respondió María.
    - Me llamo Álvaro. –dijo riéndose.
    - Yo soy María, encantada. Bueno Diego mejórate.
    - Eso David, mejórate. –dijo Álvaro.

Salieron de la habitación y allí nos quedamos nosotros: David, mi primo, el otro chico, y yo.

martes, 14 de mayo de 2013

Capítulo 1 ~ El principio de algo grande


Había sido un día duro. Muy duro. En el instituto no me había ido demasiado bien, y encima estaba lloviendo y no llevaba paraguas. Odio la lluvia. Saqué las llaves, abrí la puerta y entré en casa. No había nadie. Era raro, mis padres no me habían avisado de que se iban a ir. Fui a la cocina y encontré una nota en la nevera:
“Nos vamos al hospital, tu primo ha tenido un accidente con el coche.
Llama cuando llegues a casa.
Un beso.”

Me puse nerviosa y como siempre, antes de llamar a mis padres, llamé a mi mejor amiga, María. No lo cogía. Volví a intentarlo. Nada, sin respuesta. Pero yo hasta que no consigo lo que quiero no paro de intentarlo. Marqué de nuevo el número y como dicen, a la tercera va la vencida. María me lo cogió.

- Hola mejor amiga.
- Hola -dije preocupada.
- ¡Hey! ¿Y ese tono de  voz? ¿Ha pasado algo?
- Mi primo ha tenido un accidente de coche, así que me voy de camino al hospital. No sé si mañana iré a clase. Si no voy, díselo a los profesores, pero que no se entere nadie más, por favor.
- María si quieres me voy contigo. Debes de estar pasándolo muy mal.
- No te preocupes MA’.
- Pues ya está, espérame que me voy contigo.

María colgó el teléfono antes de que pudiera decir nada. A los pocos minutos estaba en la puerta de mi casa, esperándome para irnos al hospital.
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Cuando llegamos, me acerqué al mostrador para preguntar por mi primo.

- Habitación 66. Segunda planta. -me respondió la enfermera.

Subimos en el ascensor, pero mi móvil comenzó a sonar. En la pantalla había unas iniciales: HS.
Colgué, supuestamente en el hospital no se podían tener los móviles encendidos, había cartelitos que lo ponían por todas partes.
Salimos del ascensor y nos encontramos de frente con dos chicos un poco mayores que nosotras. Se nos quedaron mirando extrañados porque yo tenía los ojos rojos de llorar. Se metieron en el ascensor y nada más cerrarse la puerta oí un grito:

- ¡Sonríe! ¡Que la vida son dos días!

En ese momento una sonrisa brotó de mis labios.