miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 6 ~ Dibujos animados

- Chicas que el primo de María ha tenido un accidente –anunció mi mejor amiga por whatsapp.
- ¿Es muy grave? –preguntó mi teletabi.
- Espero que esté bien. :) –dijo Silvia.
- Chicas, María está bien pero, no le petéis mucho el whatsapp que está cenando con alguien. –explicó Sandra.
- ¿Con quién? :) –preguntó Silvia.
- Pues con un chico. Me ha dicho que se llama: “Soy un tipo raro porque me gustan las lentejas”.
- Jajajajaja xD. –dijo Patri, mi teletabi.
- Chicas, resumen. –pidió Alexandra.
- Que el primo de María ha tenido un accidente, está en el hospital y María está cenando. –respondió Sandra.
- ¿Pero ella está bien? –preguntó Alexandra.
- Sí, bueno me preocupa con quien está cenando xD. –dijo Sandra.
- Chicas, tranquilas, seguro que está con el amigo del compañero de habitación de su primo. –explicó María.
- Sí, eso me ha dicho por teléfono. –dijo Sandra.
- Bueno chicas, yo me voy. –anunció Alexandra. –Luego llamaré a María.
- Vale, adiós Alex. Chicas yo también me voy ya. Adiós –se despidió Patri.

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Miré el whatsapp. 100 mesajes. No iba a leerlos. Ya pediría un resumen. Habíamos subido a la habitación. Diego y David habían puesto la televisión y estaban viendo “Bob “Esponja”, parecía que a los dos les encantaban esos dibujos animados.

- David, ¿en serio te gustan estos dibujos? –preguntó Blas.
- Claro. Transmiten muchos valores, ¿verdad Diego? –respondió David.
- ¿Si, no? Una esponja que habla, una estrella de mar tonta, un calamar antipático y un cangrejo egoísta. ¡Puff! ¡Qué de valores!
- Blas, tú no lo entiendes. –dijo mi primo riendo.

Yo observaba la escena divertida. Resultaba gracioso ver a tres chicos mayores que yo dicutir sobre dibujos animados.

- ¿Tú qué opinas, María? –me preguntó Blas.
- Creo que son dibujos un poco extraños, pero la idea es original. La verdad es que están bien, pero yo prefiero Doraemon. –dije riendo.

Los tres se rieron. David miró su reloj.

- Chicos son las 23.30, ¿y si nos dormimos ya?

Diego y David se tumbaron en sus camas. Blas y yo, en los sillones que había en la habitación para los acompañantes. David apagó la luz.


Capítulo 5 ~ Risas

- ¿Qué queréis tomar? –dijo la camarera.
- Yo quiero… unas lentejas. –respondió Blas convencido.
- Yo una ensalada.
La camarera tomó nota y se dirigió a la barra.
- ¿Lentejas para cenar? –pregunté extrañada.
- ¡Claro! Me encantan las lentejas, ¿a ti no?
- No. Nunca había conocido a nadie que le gustasen. –dije riendo.

Blas me miró. Yo no me di cuenta porque estaba leyendo los mensajes de un grupo de whatsapp. Contesté rápido y leí los de mi HS.

*¿Cómo se llama?*

Me reí. Blas intentó ver de qué me reía, pero como no podía, se lo dije:

- Sandra, la chica con la que hablé antes, me pregunta cómo te llamas.
- ¿Le has hablado de mí?
- No, le he dicho que iba a cenar contigo, pero no sabía tu nombre.
- ¿Dejas que la conteste?

Le di mi móvil, vi cómo escribía y me lo devolvió. Leí lo que había puesto. Me reí.

- ¿Te has cambiado de nombre?
- No, ¿por?
- Has puesto que te llamas:

*Soy un tipo raro porque me gustan las lentejas*

Nos reímos. Sandra contestó.

- Oye, ¿por qué pone HS? –me preguntó Blas.
- Significa Hermanas de Sangre.
- ¡Qué bonito!
- Sandra me dice que si en serio te llamas así. –dije riendo.

Blas se rió. No parábamos de reírnos y de hablar y sólo nos conocíamos desde hacía unas horas. La gente de la cafetería nos miraba. Por fin llegó la camarera con la cena.

- Lo siento, no nos quedan lentejas. –dijo la mujer. –Y la cocina ya ha cerrado.

La camarera dejó la ensalada en la mesa. Miré a Blas, que se había quedado sin cena.

- ¿Puede traernos otro tenedor, por favor? –le dije a la mujer.
-Claro. –respondió.

Blas me miró sorprendido y preguntó:

- ¿Vas a compartir tu cena conmigo?
- Por supuesto. No te vas a quedar sin cenar.
- Nunca me había pasado esto.
- ¿El qué?
- Que una chica tan guapa a la que apenas conozco comparta su cena conmigo.

Sentí cómo mis mejillas tomaban un color rojizo. Blas me miró y se rió.


Capítulo 4 ~ El taxi

Álvaro sacó el móvil y llamó a un taxi. Llegaría en 10 minutos.
Hacía frío. El viento movía las copas de los árboles. María estaba tiritando.

    - ¿Tienes frío? –preguntó Álvaro.
    - Un poco, ¿tú no?
    - No. Toma mi chaqueta. –contestó el joven poniéndole a María la chaqueta por encima de los hombros.
    - Gracias, Álvaro.

Un coche blanco apareció por la esquina de la calle. Era el taxi. Álvaro levantó la mano para indicar dónde estaban. El vehículo paró. Los jóvenes subieron.

    -¿Dónde os llevo? –preguntó el taxista.
    - Vamos primero a tu casa. Tus padres estarán preocupados. –dijo Álvaro.

María asintió y le indicó la dirección al conductor.
Álvaro la miraba embobado, pero María no se daba cuenta. De pronto el taxi se detuvo.

    - ¡Vaya! Un atasco… -dijo el taxista.
    - María quizá deberías mandar un mensaje a tus padres para que no se preocupen.
    - Tienes razón. –contestó la joven sacando su teléfono del bolsillo. –Ya está.
    - ¿Tenéis mucha prisa, chicos? Porque parece que esto va para largo –explicó el conductor.
    - No se preocupe. –contestó Álvaro.

La joven sacó su móvil y se puso a jugar a un juego.

    - ¿¡Es el Angry Birds!? –preguntó Álvaro.
    - Sí, ¿por? ¿Quieres jugar?
    - No… seguro que te gano. –contestó el chico.

María soltó una carcajada. Álvaro se quitó el cinturón del coche y se acercó a María para ver cómo jugaba.
Ambos sonreían y no se dieron cuenta de que el coche ya se había puesto en marcha. Acababan de llegar a su destino, pero no se hubieran dado cuenta de no ser porque el conductor les avisó. María guardó el móvil, pagó al taxista y bajó del coche con una gran sonrisa.

    - Adiós Álvaro. Encantada de haberte conocido.
    - Adiós María. ¿Nos veremos pronto, no?
    - Claro que sí. –contestó María con una sonrisa.

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 3 ~ Coincidencias

Miré a mi primo que estaba hablando con mis padres por teléfono:

- Que sí, tía, que se queda aquí esta noche y ya mañana se va para allá. Un beso, adiós.

Diego colgó, bloqueó el móvil y se tumbó en la cama. En un ratito llegaría la enfermera con la comida para los dos enfermos. Cogí el móvil, puff… siete llamadas perdidas y todas con el mismo nombre: HS.

- David, ¿cuándo te traen la comida? Creo que voy a bajar a comer algo. –dijo el otro chico. Me miró.- ¿te vienes?

Le miré, miré el móvil. Tenía que llamarla, estaría preocupada.

- Un momento, tengo que llamar a una amiga, ¿me esperas?
- Claro.

Le di a llamar, me lo cogió en seguida.

- ¡HS! ¡¿Qué ha pasado?!
- Sandra, tranquila, estoy bien.
- ¿Por qué no me has cogido el teléfono? Me tenías preocupada.
- Es que estoy en el hospital, pero…
- ¡¿Qué?! ¿Qué te ha pasado? ¿Es grave? ¿En qué hospital estás? ¡Voy para allá ahora mismo!

Los tres chicos me miraban extrañados. Las voces de Sandra debían oírse mucho, pero si salía al pasillo sería peor.

- HS, tranquila. Yo estoy bien ha sido mi primo el que ha tenido un accidente con el coche.
- ¡Puff! Me habías asustado. ¿Y qué tal está?
- Bueno, pues ahí va. Todavía le tienen que hacer pruebas porque se marea y tal.
- Mañana cuando salgamos del insti voy contigo a verle, si quieres.
- Vale HS, muchas gracias. Voy a ver si como algo.
- ¿También te llevan a ti la comida a la habitación?
- No, vamos a bajar a la cafetería.
- ¿Tú y quién más? Porque tu primo no será. –dijo Sandra riendo.
- Voy a bajar con el amigo del compañero de habitación de mi primo.
- Ams… y, ¿cómo se llama?
- ¡Uy! Pues no lo sé, no se lo he preguntado. –dije poniéndome roja.
- ¡Pues pregúntaselo!
- HS, tengo hambre. Mañana iré a clase las 3 últimas horas. Nos vemos. Un besito.

Colgué. El chico me abrió la puerta, fuimos hasta el ascensor y marcamos el número 0.

- Bueno y… ¿cómo te llamas? –me preguntó.
- María, ¿y tú?
- Blas. Encantado.
- Igualmente. Qué irónico, ¿verdad?
- ¿El qué? –preguntó extrañado.
- Llegué llorando al hospital, nos encontramos en el ascensor y nuestros enfermos están en la misma habitación… increíble.
- No te olvides de que te dije que sonrieras. –dijo mirándome a los ojos.


Reí. Miré al suelo. La puerta del ascensor se abrió, pero ninguno de los dos nos movimos. Finalmente, Blas salió y pulsó el botón para que no se me cerrase la puerta. Salí y fuimos hacia la cafetería. Uno al lado del otro.